sábado, 1 de mayo de 2010

Charlie el Coyote



El otro día pasé por delante de la veterinaria local y vi expuestos en su escaparate una multitud de complementos para perros y gatos. ¡Qué locura! Ya hay hasta bolsos para llevar gatos que imitan las apariencias y acabados de los bolsos de moda de lujo. Supongo que serán para gatos “de lujo” (al menos en las mentes de sus dueños, claro).

Sigo preguntándome qué es lo que la gente busca cuando decide adoptar o comprar un animal. ¿Es siempre tan generoso como se considera socialmente? Cuanto más lo miro, más me parece como si fuese un remedio para las carencias de la vida moderna en vez de un ejemplo de verdadera unidad con la vida natural.

Hay un afamado entrenador de perros que cuenta cómo creció en una granja en México donde los perros vivían en relación simbiótica con los humanos: estaban aparte de ellos, pero los acompañaban en ciertas faenas del campo (como cuando las mujeres iban a recoger agua) a cambio de recibir algunas sobras de comida. Por lo demás, vivían a su aire, estableciendo sus propias normas y jerarquías sin interferencia externa.

Su sorpresa fue grande cuando se mudó a una ciudad mexicana y vio el contraste con los especímenes urbanos, alejados de su hábitat natural. Y la sorpresa se tornó mayúscula cuando más adelante empezó a trabajar en una peluquería canina en California, cuyos clientes pagaban hasta 500 dólares para que les cortaran las melenas a sus mascotas. A pesar de todos los lujos y cuidados (o precisamente por ellos), esos perros por regla general estaban completamente neuróticos y eran mucho menos felices que sus congéneres semisalvajes de la granja de su infancia.

Ahí vio la triste realidad del desencuentro entre humanos y perros. Para él, lo que un perro necesita de su dueño o cuidador humano es, por orden de importancia, ejercicio, disciplina y cariño. En cambio, las estrellas del celuloide y la televisión que conoció en Hollywood, inmersos en vidas de mucho trabajo y mucho estrés, invertían ese orden: al no tener tiempo disponible para pasear con ellos ni ganas de ponerse firmes para entrenarlos, intentaban compensar esos déficits con una sobredosis de cariño, expresado de las maneras más extravagantes y ajenas a las verdaderas necesidades del animal, que lo convertían en un sucedáneo de niño malcriado. Qué disparate.

Claro, que hay otros que se van al extremo opuesto y, en vez de “humanizar” a sus mascotas, buscan nuevas especies que les puedan suministrar la excitación de estar en contacto con una vida más salvaje. Pero, al final, eso sigue siendo un divertimento para la identidad, con lo cual las verdaderas necesidades de los animales quedan relegadas a un segundo plano. Mirad por ejemplo la entrada que he encontrado en internet mientras buscaba fotos de perros mimados para el blog:

Éste es Charlie el Coyote disfrutando de una oreja de cerdo ahumada (se refiere a la foto de arriba). Igual que el típico perro doméstico mimado, Charlie es tan mono y listo en plan coyotuno que querrías llevártelo a casa y ponerlo en el sofá, ¿no? A mí desde luego me apetece.

Sólo que Shreve, la mujer que lo crió, no quiere que creas que criar a un coyote es tarea fácil. Por ejemplo, Charlie el Coyote –en su inagotable listeza coyotuna– se aburre con facilidad. Charlie es capaz de abrir y cerrar el grifo de la cocina, una y otra vez, para provocar a su aburrido compañero humano. Puede encender el aspirador robótico con su morro. Puede abrir los armarios de la cocina y sacar todas las ollas y sartenes para luego apilarlas en el centro de la habitación. Tampoco acepta a nadie más que a sus dos compañeros humanos, y a perros que sean amistosos.

Probablemente sería capaz de ahogarme mientras duermo. O de ganarme cada vez que juguemos a los barcos. O de engañar a mi chihuahua para que nade por la parte profunda de la piscina.

Así que, amigos, disfrutemos de este guapo coyote a la vez que tenemos presente que los coyotes no son buenas mascotas. Sobre todo, porque borrarán vuestros programas favoritos de la televisión a la carta cuando no estáis en casa.

La entrada ha merecido dos comentarios hasta la fecha. ¿Sabéis lo que pregunta el primero, nada más empezar?

¿Sabes dónde puedo conseguir un coyote como mascota?

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