viernes, 15 de octubre de 2010

El quinto elemento

Paseando con los perros por la riera que hay al pie del Castell de Marmellar, veo cómo las lluvias del puente pasado han llenado el cauce habitualmente seco y han peinado las hierbas que crecían en él, que se han quedado tumbadas señalando claramente por dónde llegó y por dónde se fue el agua.

Por el trayecto también se ven restos del conflicto de los elementos y el rastro que dejan en la naturaleza: los numerosos pinos abatidos por el viento, los desmontes y derrumbes de tierra, incluso el tamaño de los pinos, menores en algunas laderas que en otras, indica que hace un tiempo pasó por ahí un fuego devastador pero selectivo.

Agua, aire, tierra y fuego… como en las antiguas cosmologías.

Pero ¡alto ahí! ¿Qué veo? Hay un quinto elemento –y no es precisamente la quintaesencia de los anteriores.

(Siento repetirme tanto, pero es que los seres humanos también repetimos una y otra vez las mismas afrentas contra la fuerza de la vida, y aún no dejan de molestarme).

Basura humana: ésa es la otra huella que me encuentro a diario en la naturaleza. No importa si es una lata de refresco o un alerón de plástico que se le ha caído a un quad… la fealdad de los restos delata la fealdad de las mentes que los dejaron ahí.

Un estudio reciente afirma que, si los humanos desapareciéramos de la tierra de golpe, las huellas más duraderas de nuestro paso por el planeta –y las de mayor impacto para otros seres vivos– serían los plásticos y los residuos radioactivos. No es como para estar orgullosos, ¿no?

Menudos “elementos” estamos hechos.

2 comentarios:

  1. Suelo llevarme esos quintos elementos que encuentro durante mis paseos en alguna bolsa que siempre llevo en el bolsillo para depositarlos al llegar a algún sitio habitado en algún contenedor. Recojo cartuchos de caza (por el plomo), latas, botellas y bolsas de plástico, restos de "pic-nics" y paquetes de tabaco entre otras cosas. Lo hago porque me apetece hacerlo. ¿No dicen que siempre que hay una acción hay una reacción?

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  2. Como nuestras actividades no son naturales los resultados de ellas tampoco; al ser naturales serían de la naturaleza o sea "biodegradables", se integrarían en la tierra pero al no ser así son feas, son basura en el peor sentido de la palabra.

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