martes, 7 de diciembre de 2010

Una visita inesperada

El otro día recibí una visita inesperada en mi habitación de Can Catarí. Sentado al ordenador, de repente un movimiento en la ventana de la puerta que da a la terraza captó mi atención.

Un pájaro, quizá fuese un petirrojo, se había asomado a la puerta, que está algo retranqueada respecto de la pared exterior, y ahora me miraba directamente a través del cristal.

Lo extraordinario fue que durante unos instantes el pájaro se mantuvo absolutamente quieto, suspendido en el aire mientras batía las alas a gran velocidad, como si fuese un colibrí o una libélula.

Sólo después se me ocurrió la idea de que estaba evaluando el hueco de la puerta por si pudiera ser un buen sitio para construir su nido. En ese momento –que duró poco, aunque mientras duró parecía que el tiempo se detenía, y mi respiración con él, suspendidos ambos igual que nuestro visitante– sólo había un prodigio aleteando que miraba hacia dentro, una clara comprensión sin “yo” que miraba entre atónita y maravillada hacia fuera y una sorpresa compartida por ave y humano ante la cercanía momentánea de dos mundos habitualmente separados.

Luego el petirrojo se marchó tan rápido como había venido y yo me quedé otra vez sumido en el océano de los pensamientos y las palabras… pero con el aroma de algo más libre que no necesita de herramientas tan torpes para levantar el vuelo.

2 comentarios:

  1. Bonita foto,,,,,,,,
    que es mía por cierto.

    ResponderEliminar
  2. Sí, es buena, me alegro de que te guste ;-)

    Si te molesta que la haya usado, avísame y la elimino del blog.

    ResponderEliminar