Paseo de nuevo con los perros. Dejando atrás el asfalto y las casas, nos metemos por un camino de tierra.
Primer encuentro: un montón de basura que alguien ha tirado en el borde. Menudo "cantazo". Sin exagerar, cuando veo cosas así, tengo la misma impresión que si viera a alguien cagar en el mismo plato en el que come, y luego seguir comiendo como si nada.
Segundo encuentro: un hormiguero reciente, con la tierra aún húmeda por las últimas lluvias. No se ven hormigas, pero se nota su huella en esa estructura algo irregular y sin embargo perfectamente adecuada para su propósito, que sugiere la actividad de una inteligencia orgánica, poco preocupada por las formas y aun así (o precisamente por eso) capaz de crear armonía y belleza.
Dos maneras de estar en el mundo.
También nosotros podemos elegir.
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