martes, 3 de agosto de 2010

Raca-raca-raca


¿Alguien quiere saber cuál es la “canción del verano”? Para mí está claro: el canto de las cigarras, sin duda.

Raca-raca-raca… raca-raca-raca… raca-raca-raca… sin cesar, desde que el sol empieza a verter por todo el paisaje sus rayos ardientes como plomo fundido hasta que afloja su martilleo.

Hace ya más de un mes, en cuanto llegaron los calores del pleno verano, que empezó a oírse en Can Catarí este tradicional himno mediterráneo.

Cuando regresé a Madrid hace dos semanas, dejé atrás los montes cubiertos de pinos, los acebuches, almeces y almendros de la masía, los cantos de muchos pájaros, el vuelo de las mariposas, la brisa fresca del anochecer… todo lo que ayudaba tanto a la contemplación, excepto el canto de las cigarras, que me recibió también ahí como una señal de que seguía “en casa”.

Raca-raca-raca… raca-raca-raca… raca-raca-raca…

Sólo que en la ciudad, oía también otro tipo de “cantos” tradicionales provocados por el calor:

“Jesús, ¡qué calor hace!”
“Sí, acabo de pasar por un termómetro ¡y marcaba 37!”
“¡Qué barbaridad! Al final, van a tener razón estos del calentamiento global”.
“Pues dicen que mañana va a apretar más”.
“Pues yo ya no he podido dormir en toda la noche, así que mañana no sé qué voy a hacer”.

Etc. Ya os hacéis una idea.

Se dice que las comparaciones son odiosas, pero en este caso tampoco parece que los humanos con identidad estemos a la altura de las simples cigarras, tan pacientes, tan naturales, tan integradas con todo lo que está pasando a su alrededor.

Raca-raca-raca… raca-raca-raca… raca-raca-raca…

A algunos la imagen de este insecto les puede provocar cierto rechazo, o incluso abierta repugnancia. Pero no sé si no sería más apropiado reservar esa reacción para el comportamiento de las identidades humanas, que tan inútiles y absurdas son (en el mejor de los casos), cuando no directamente dañinas.

Sí, las identidades humanas... siempre tan dispuestas a quejarse, a buscar su propio provecho, a afirmar con violencia su pretendida superioridad sobre los demás seres vivos.

No hay identidad en el canto de las cigarras. Para mí es una canción de bienvenida, esté donde esté, que parece repetir sin pausa un mensaje sutil… Algo así como “Sí… Es verano y hace calor… Es correcto y natural... Qué bien que las cosas sean como son”.

Raca-raca-raca… raca-raca-raca… raca-raca-raca…

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